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Un callejón sin salida, entre “naturalizar” y “desnaturalizar” hay: la huella sadiana.

Octavio Alonso.

Tú lo sabes, común es a todos;

el que vive debe morir,

pasando de la naturaleza

a la eternidad.

Shakespeare

[…] las obras inmortales,

las que elogiamos,

serían las que escapan

a la naturalización.

Jean Allouch

Hace varios años Allouch dictó una conferencia intitulada “Actualidad en el 2001 de Erótica del duelo”, por cierto “actualizar” es un concepto importante para Jean Allouch:

 “Actualizar, al parecer, dice mejor que “examen de la realidad” de lo que se trata, a saber, una subjetivación de ese “plus de existencia” allí donde se tuviera relación con una desaparición” (Allouch 2001:82).

Por lo que el texto de la erótica del duelo siempre será actual, con un estatuto que pone a la pérdida en acto en la realización de su lectura, por tanto, jamás será un “logro literario” (Allouch 2004:26).

El cuento escrito por Yoko Ogawa (2004) “El anular” resultó para Allouch una “prolongación” del libro de la erótica del duelo (Allouch 2004:19). Hay un personaje muy particular en el texto de Ogawa, se trata del señor Deshimaru quien se encarga de hacer especímenes de los objetos que la gente le lleva. Allouch señala que el señor Deshimaru naturaliza el espécimen:

«Naturalizar» es una palabra muy fuerte. Sin duda que hay que entenderla como en la ocurrencia infantil de un niño muy pequeño que un día les dijo a sus padres: “Quiero se naturalizado mujer”. Naturalizar el espécimen es devolverlo a la naturaleza; es quitarle todo valor significante. Y es oportuno recordar ahora que el espacio sadiano fue constituido por Sade como un desafío lanzado a la naturaleza” (Allouch 2004:23).

Ese espacio sadiano o como lo denomina Ariès “el sistema sadiano de la naturaleza”, no es sin una violencia que le es inherente:

“[…] todo lo que es violento en la naturaleza tiene siempre algo de interesante y de sublime” (Ariès 1999:325).

En tal desafío Sade-naturaleza, irrumpe una puntualización que hace Foucault.

“Lo que caracteriza la sexualidad moderna no es haber encontrado, desde Sade a Freud, el lenguaje de su razón o de su naturaleza, sino haber sido, y mediante la violencia de sus discursos, «desnaturalizada»- arrojada a un espacio vacío donde no encuentra sino la forma sutil del límite y donde no tiene más allá ni prolongación que el frenesí que la rompe” (Foucault 2001:29).

He ahí el callejón sostenido entre naturalizar-desnaturalizar, y en medio con un tironeo de contorsionista se encuentra Sade. ¿Cómo entonces el desafío sadiano puede quitar el valor significante, es decir, naturalizar. Si al mismo tiempo con la violencia de sus discursos desnaturaliza y arroja a un espacio vacío? Salir de este atolladero no es nada sencillo, por un lado tenemos una pista que podemos seguir de Lacan (28 de junio de 1961) citado por Allouch:

“La continuación y el horizonte de la relación con el objeto, cuando no es ante todo una relación conservadora, es, si puedo decirlo así, interrogarlo sobre lo que tiene en el vientre o que prosigue en la línea en que intentamos aislar la función de pequeño a, es decir, la línea propiamente sadiana por donde el objeto es interrogado hasta las profundidades de su ser […] Lo que se demanda al objeto es hasta dónde puede soportar esa pregunta. Y después de todo no puede en verdad soportarla más que hasta el punto donde la última falta-de-ser es revelada, hasta el punto donde la pregunta se confunde con la destrucción del objeto” (Lacan cit. en Allouch 2001:212).

Ahí donde el objeto interrogado desfallece, queda un horizonte latente, el del desafío sadiano. Lo proferido por Lacan se aproxima a la naturalización de la que habla Allouch, donde se pierde el valor significante. ¿Puede pensarse al mismo nivel de la destrucción? Dejamos la pregunta abierta. Por otro lado, la desnaturalización es la vía a la transgresión:

“Tal vez se podría decir que ella [la sexualidad] reconstituye, en un mundo donde ya no hay objetos ni seres ni espacios que profanar, el único reparto que sea aún posible. No porque ofrezca nuevos contenidos a gestos milenarios, sino porque autoriza una profanación sin objeto, una profanación vacía y replegada en sí misma, cuyos instrumentos no se dirigen a nada distintos de sí mismos. Ahora bien, una profanación en un mundo que ya no reconoce sentido positivo a lo sagrado, ¿no es poco más o menos lo que se podría llamar transgresión?” (Foucault 2001:29).

Para ir acotando la aporía mentada, Ariès comenta que Sade estuvo siempre en contra de la justicia, por que la justicia es la negación de la naturaleza. Por el contrario, la injusticia es indispensable “para el mantenimiento perturbado por un orden equitativo de las cosas” (Ariès 1999:324).

Al igual que el niño del que habla Allouch en la cita de arriba, Ariès también habla de otro niño.

“Por eso el niño que está más cerca del estado de naturaleza manifiesta espontáneamente una ferocidad que la sociedad todavía no ha vencido” (Ariès 1999:325).

Para Freud la ocurrencia del niño y la cercanía con el estado de naturaleza de éste puede referirse a la fórmula del niño perverso.

“La perversión ya no se encuentra más aislada de la vida sexual del niño, sino que es acogida dentro de la trama de los procesos de desarrollo familiares en su calidad de típicos –para no decir normales– ” (Freud 1985).

¿Llega entonces la perversión, versión del padre, como una salida al impasse? No.

Sade nos da una salida. Parece que entre la naturalización y la desnaturalización está la segunda muerte. Se dice que cuando Sade supo que había perdido el escrito de “Los 120 días en Sodoma”, derramó “lágrimas de sangre”[40] 24 porque era una pérdida que “afectaba a toda la humanidad” (Bataille 2003:286). Ese texto que por otra parte luego de su recuperación sí fue un logro literario. A pesar de ello Sade se negaba a la eternidad.

Un fragmento de la Cláusula V del testamento de Sade versa de la siguiente manera:

“Una vez que la tumba haya sido cerrada, el piso deberá quedar cubierto de bellotas, para que todas la huellas de la tumba desaparezcan de la faz de la tierra con la misma rapidez que espero desaparezca mi recuerdo de las mentes de los hombres, excepto de los pocos que, en su bondad, me hayan amado hasta los últimos momentos de mi existencia (y cuyo recuerdo llevo conmigo hasta el final)”(Sade 1985:302).

Con este segmento del testamento de Sade, Lacan acompañó la segunda muerte:

“Recuerden los complots antisociales de los héroes de Sade. Esta restitución del objeto a la nada simula esencialmente el aniquilamiento de la potencia significante. Es ése el otro término contradictorio de esa profunda relación al Otro tal como se instituye en el deseo sadiano, y está suficientemente indicado en el último voto testamentario de Sade en tanto apunta precisamente a ese término que he especificado para ustedes de la segunda muerte, la muerte del ser mismo en tanto Sade especifica en su testamento que a pesar de ser escritor, de su tumba y de su memoria no deben quedar huellas literalmente, y la maleza debe ser reconstituida en el lugar donde él fuera inhumado, que como sujeto esencialmente sea la no huella (pas de traces) que indique eso donde él quiere afirmarse: precisamente: como lo que he denominado el aniquilamiento de la potencia significante. Si hay otra cosa que deba recordarles aquí para escandir suficientemente la legitimidad de la inclusión necesaria del objeto del deseo en esa relación al Otro en tanto implica la marca del significante como tal, se las designaría menos en Sade que en uno de sus comentarios recientes, contemporáneos, más sensibles, e incluso más ilustres” (Lacan 1962).

 

Referencias

Jacques Lacan, La identificación, seminario inédito, sesión del 28 de marzo de 1962.

Shakespeare, William. 1977. Hamlet. México: Porrúa.

Allouch, Jean. 2004. Actualidad en el 2001 de Erótica del duelo. Litoral 34 Muerte y Duelo. México: Epeele.

Allouch, Jean. 2001. Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca. Trad. Silvio Mattoni. México: Epeele.

Ogawa, Yoko. 2004. El anular. Litoral 34 Muerte y Duelo. México: Epeele.

Ariès, Philippe . 1999. El hombre ante la muert. España: Taurus.

Foucault, Michel. 2001. Prefacio a la transgresión. Meditaciones nietzscheanas. Comp. Pablo Sigg, México: UNAM.

Allouch, Jean. 2003. Faltar a la cita. “Kant con Sade” de Jacques Lacan. Córdoba: Literales.

Lacan, Jacques. 1998. Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano. Escritos 2. México: S. XXI.

Freud, Sigmund . 1985. Pegan a un niño. Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales. Obras completas. T. 17, Buenos Aires: Amorrortu.

Bataille, George. 2003. El erotismo. México: Tusquets.

Sade, D. A. F. 1985. Obras Completas. T. 2. México: Lagusa.

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